Ahora que la versión 2.0 de Enciclomedia nos ha mostrado la verdad de por qué en 2000 Vicente Fox salvó a México al sacar de Los Pinos a ese PRI malévolo, y en vista de que a este país le hacen falta héroes y estrategias efectivas para luchar contra el crimen organizado, sería bueno encontrar a uno que nos haga creer de nuevo en la política y, en vez de hacernos llorar, nos haga reír otra vez. He aquí sus características:
Tiene la solución a todos los problemas del país (y del mundo): aún cuando prometió resolverlos en 15 minutos, no le alcanzó el sexenio, pero quiere arreglarlos aunque ya esté fuera.
Ha luchado contra un malvado enemigo, un peloncito chaparrito, preciso ilegítimo que ganó de forma fraudulenta... en 1988, no en 2006.
Sus botas de acero, ejem, de charol, le permiten pasar por encima de cualquier comisión o investigación, sin que le encuentren nada en su contra... hasta dentro de 12 años.
Su larga lengua le permite hacer declaraciones a diestra y siniestra sin recibir impacto mediático alguno; al contrario, siempre está bajo los reflectores.
No teme a las críticas ni al olvido, es invulnerable al retiro sexenal. Viaja por el mundo y vive de recuerdos y glorias que sólo él conoce… o cree conocer.
Su primera dama lo ayuda a combatir desde su Centro (Fox) de operaciones, dándole ánimos para seguir creyendo que el destino de México aún está en sus manos.
No hay kriptonita o Poder Ejecutivo que lo derribe (aunque a sus estatuas sí); pero, a decir verdad, su único enemigo a combatir es... él mismo. Larga vida al Prozac.
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